Suicidio: Una realidad invisible

El suicidio es un problema social que requiere una mirada de salud pública, no es un problema de salud mental. El suicidio es un fenómeno complejo y multifactorial que afecta a millones de personas en todo el mundo, y representa una de las principales causas de muerte. La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que cada año más de 700,000 personas mueren por suicidio, lo que equivale a una muerte cada 40 segundos. En España son 11 personas al día las que mueren por esta causa, siendo 3.952 las personas que fallecieron por esta causa en 2023

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A pesar de estos números alarmantes, el suicidio sigue siendo un tema tabú, lo que impide el acceso a tratamientos y prevenciones efectivas. Sumado al tabú, se encuentra el estigma cuando el suicidio ocurre, aumentando el sufrimiento individual y familiar, dificultando el duelo por la persona fallecida. Desde una perspectiva psicológica, es fundamental entender que el suicidio no es una «decisión» fácil ni un acto egoísta, sino el resultado de una acumulación de factores emocionales, sociales y biológicos que generan un sufrimiento muy grande para el que se piensa que no hay salida.

Si el sufrimiento suicida se percibe como inmodificable es cuando llegan los sentimientos de indefensión. Siempre hemos de tener presente que la persona no quiere morir, solo quiere dejar de sufrir. Citando a Edwin Shneidmanlo: «El suicidio no es una elección, es el final de un dolor insoportable».

Por ello, la intervención psicológica no solo es esencial, sino que también puede marcar la diferencia entre la vida y la muerte.

¿Qué factores de riesgo podemos encontrar?

El suicidio es multicausal, resultado de la interacción entre diversos factores entre los que podemos encontrar:

  1. Psicopatologías: La depresión, la ansiedad y los trastornos bipolares son condiciones que incrementan significativamente el riesgo de suicidio. Estas patologías suelen estar acompañadas de sentimientos de desesperanza, apatía, nulo objetivo vital y un dolor emocional intenso que lleva a las personas a sentir que el suicidio es la única salida.
  2. Aislamiento social: Las personas que carecen de redes de apoyo emocional o que viven en aislamiento suelen tener mayores probabilidades de presentar conductas suicidas. La falta de un sistema de apoyo puede intensificar los sentimientos de soledad y desesperanza.
  3. Experiencias traumáticas: La violencia, el abuso infantil, la pérdida de un ser querido, el acoso y cualquier evento traumático puede llevar a un sufrimiento emocional profundo y aumentar el riesgo de suicidio.
  4. Factores biológicos: Los estudios han demostrado que existen componentes genéticos y neurobiológicos que influyen en el comportamiento suicida. La disfunción de neurotransmisores como la serotonina está vinculada a una mayor probabilidad de realizar un intento de suicidio
  5. Contexto socioeconómico: La pobreza, el desempleo y la inestabilidad económica también son factores asociados con el aumento de la ideación suicida.

Estos factores no actúan de manera aislada. La combinación de ellos puede incrementar significativamente el riesgo de suicidio.

¿Existen señales de alarma a tener en cuenta?

Señales verbales 

  • Sentimientos de desesperanza: “no tiene solución”; “esto no mejorará nunca”.
  • Desesperación: Considera que no puede soportarlo más, se siente solo, que estorba, que no le importa a nadie…
  • Culpa, vergüenza y odio hacia sí mismo… “no valgo nada”.
  • Comentarios sobre la muerte…. “me gustaría desaparecer”; “necesito descansar”.
  • Despedidas inusuales…. “que sepas que has sido un buen amigo”; “siempre te querré”.
  • Expresar abiertamente deseos de quitarse la vida.

Señales no verbales

  • Cambio repentino en su conducta habitual
  • Búsqueda de mecanismos para hacerse daño
  • Retraimiento social/aislamiento (falta de energía)
  • Actitud pasiva, apatía, tristeza.
  • Descuido en la apariencia personal
  • Dificultades de concentración y memoria
  • Alteración de los patrones de sueño y alimentación
  • Cerrar asuntos pendientes; regalar objetos personales, cerrar cuentas en redes sociales, despedirse de personas….
  • Conducta no verbal significativa cuando preguntamos sobre ideación suicida; llanto, mirar al suelo.
suicidio

La importancia de la intervención temprana

Es esencial entender que el suicidio se puede prevenir. La intervención temprana y el apoyo adecuado pueden salvar vidas. Desde la prevención y la intervención psicológica se puede ayudar a las personas a identificar y modificar patrones de pensamientos negativos y destructivos, promoviendo un cambio hacia un pensamiento más agradable y realista.

Además, el enfoque en la prevención también debe involucrar a las personas cercanas a la persona en riesgo. Familiares, amigos y compañeros pueden desempeñar un papel crucial en la detección temprana de señales de advertencia y en la búsqueda de ayuda profesional.

Tomemos acción

El estigma en torno al suicidio es uno de los mayores obstáculos para su prevención. Muchas personas que piensan en suicidarse no buscan ayuda debido al miedo a ser juzgadas o incomprendidas. Como sociedad, debemos trabajar para cambiar esta realidad. Hablar abiertamente sobre el suicidio, sin prejuicios ni estigmas, puede facilitar que busquemos el apoyo que necesitamos. Es esencial que rompamos el silencio y promovamos una cultura de empatía, comprensión y sobre todo, mucha compasión.

Como profesionales de la salud mental tenemos la responsabilidad de educar y sensibilizar a la población sobre este tema, pero todos podemos contribuir a la prevención del suicidio. Aprender a reconocer las señales de advertencia, estar dispuestos a escuchar y ofrecer apoyo emocional son pequeños pasos que pueden marcar una gran diferencia.

¿Qué hacer ante esta realidad invisibilizada?

El suicidio es un problema de salud pública que no puede ser ignorado. Como sociedad, debemos comprometernos a ofrecer apoyo emocional, promover la salud mental y garantizar que las personas en riesgo tengan acceso a los recursos que necesitan. La intervención psicológica puede salvar vidas, pues hay que tener en cuenta que cuando se amenaza el sentido de libertad se sufre mucho, de ahí la necesidad de buscar las razones de vida de la persona afectada, así como la búsqueda de un objetivo vital.

Hoy estamos a tiempo para ofrecer apoyo y tender una mano, pues es necesario que todas las personas estemos dispuestas a actuar y ser parte de la solución. No podemos permitir que pedir ayuda siga siendo visto como un signo de debilidad.

Si tú o alguien que conoces está atravesando un momento difícil o cree que no hay salida para su sufrimiento, no dudes en buscar ayuda profesional, estamos aquí. Además, cuentas con recursos a nivel nacional como el teléfono de la esperanza y el 024 (línea de atención suicida del Ministerio de Sanidad).

Carmen Mandly Tomé, psicóloga sanitaria (AO-12746)

Carmen Mandly

Psicóloga sanitaria experta en terapia asistida con animales, atención temprana y neurodivergencias.

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